A muchas personas autistas nos gusta el anime como uno de nuestros intereses recurrentes. No hay una explicación científica, al menos que yo sepa, para que esto sea así, pero sí que se ve bastante habitualmente.
Entonces,
¿Qué me trae a hablar del tema? Sencillamente, dar las razones por las que a mí
me gusta y por las que creo que algunas personas autistas coinciden conmigo. Además, me parece necesario también tratar este tipo de cuestiones: nos merecemos hablar también de lo que nos gusta y de cómo nos influye. A fin de cuentas, ¿no son los intereses recurrentes y profundos algo que compartimos la mayoría de personas autistas?
Pues, sin más, esto va para estas personas. Aquí os expongo un número de razones por las cuales creo que el anime es perfecto para las personas autistas:
La emoción narrada con intensidad.
Las
personas autistas somos muy intensas a nivel emocional. Tanto, que a veces es
incomprensible para la gente neurotípica. Por eso, cuando vemos un anime y
descubrimos que se regocijan en una emoción, que le sacan todas las entrañas y
la desmenuzan hasta quedar satisfechos, podemos encontrar modelos en los que
espejar nuestra manera de sentir el mundo. Y cuando hablo de intensidad
emocional expresada en el anime, no necesariamente hablo de una muestra
exagerada de la misma. Puede ser contenida, pero narrada con intensidad. Yo no
suelo llorar viendo contenido, pero en varias escenas de anime que se han dado
de esta manera, lo he acabado haciendo.
Las
historias predecibles.
La
mayoría de los animes siguen un mismo patrón dentro de su propio género, en
algunos casos más que en otros. Por ejemplo, mi género favorito es el de los spokon,
los animes de deporte. No falla: los protagonistas deben trabajar muy duro y
puede pasar, o bien que lo ganen todo de un tirón –esto se da pocas veces–, o
bien que pierdan alguna parte, pero acaben ganando –como cuando en Yowamushi
Pedal pierden etapas del intercolegial de ciclismo, pero luego ganan el
propio intercolegial– o bien pierden el primer campeonato y en el siguiente van
remontando. ¿No se hacen, pues, aburridos y repetitivos? No, porque la trama es
lo de menos y, al saber qué es lo que pasa, primero que tienes una zona de
confort autista que te aporta seguridad; segundo, te puedes centrar en analizar
todos los personajes y cómo se interrelacionan.
La
expresión emocional.
Si
antes hablábamos de intensidad, ahora lo que importa es la expresividad
emocional, que es muy clara y sabes en todo momento qué sienten y piensan los
personajes, e incluso puedes intuir a veces sus intenciones o puedes hacerte
una ligera idea. Esto que es tan complicado a veces en la vida real, en los
animes se nos pone muy fácil. Además, supone también un ejercicio de empatía y
entender cómo reaccionar en determinadas situaciones.
Los
valores.
Las
personas autistas tenemos unos valores fortísimos y, con tal de cumplirlos,
vamos hasta las últimas consecuencias. En los animes se hace especial hincapié
en determinados valores, como la lealtad, el afán de superación, la
resiliencia, no rendirse, perseguir los objetivos y sueños, la importancia de
la amistad… etc. Todas estas son cuestiones que las personas autistas llevamos
bastante marcadas a fuego, en general. Entonces, por identificación,
empatizamos con historias que muestran estos valores.
La exploración de los porqués.
Muchas personas autistas necesitamos llegar al fondo de las cuestiones. Esto significa conocer los porqués de todo. En el caso de las historias, ¿Por qué un personaje se comporta de esta manera o de otra? Esto muchas veces se explica a través de la muestra del pasado de dicho personaje. Otras veces, te lo cuentan a través de una experiencia mucho más reciente. Pero el hecho de que lo expliquen satisface nuestra necesidad por saber, nuestra curiosidad, que a menudo es bastante desmedida. En mi caso particular la cuestión se agudiza porque, como buena psicopedagoga, me interesa el contexto de todo lo que pasa a mi alrededor.
La
duración de los episodios.
A
veces, la atención sostenida es difícil de mantener para las personas autistas.
Por eso, que los episodios en los animes duren alrededor de veinte minutos lo
convierte en un formato agradable para disfrutar. Además, te suma una
motivación, porque un anime de 11-12 episodios, en cuatro horas te lo ves y, si
te has enganchado, es fácil gestionar ese tiempo para verlo rápido antes de
morir de intriga. Eso y que vas engrosando tu lista: a muchas personas autistas nos encanta hacer listas.
La música.
Las bandas sonoras de los animes suelen ser o muy buenas o muy olvidables salvo por un par de temas. Pero las que están bien hechas, están muy bien integradas en la historia y te permiten tener una experiencia sensorial completa. También juegan mucho a usar el mismo tema pero en distintas tonalidades y modos, lo cual es entretenido porque la emoción que transmite es diferente a la principal y es bonito darse cuenta de eso. Para las personas autistas que disfrutamos de la música, la banda sonora de un anime es un gran aliciente, si no el principal.
La vida en Japón.
Algunas personas autistas creen que Japón es el país perfecto para que una persona autista viva en él. Yo creo que esto es mentira. Si bien es cierto que la cultura nipona tiene ciertos aspectos que comparte con el estilo de vida autista, hay muchas otras cuestiones que no nos irían bien, como el hecho de que, al socializar, los japoneses son muy indirectos y podríamos meternos en líos por no captar qué es lo que nos quieren decir. Entonces, los animes nos permiten disfrutar de aquello bueno que nos trae Japón a los autistas, pero desde la distancia fantástica de nuestras casas, es decir, sin tener que sufrir todo lo malo.
Aprendizaje cultural.
Muchas personas autistas tenemos un enorme deseo de aprendizaje. Conocer otras culturas es algo que disfrutamos muchísimo porque nos permite tener conciencia de otras formas de vivir, de socializar y demás. Y, salvando las distancias, a través de los animes se puede saber bastante sobre la cultura, la sociedad y el estilo de vida en Japón. Nuevamente, sin tener que experimentar lo malo y desde la comodidad de nuestras casas.
Historias creativas.
Es cierto: antes he dicho que muchos animes tienen una estructura repetitiva. Pero también hay otros que denotan una gran imaginación. Muchas personas autistas tenemos una imaginación desbordante. Algunas de estas personas, nos encontramos con el desafío de tener bloqueada la exteriorización de la misma. Ver cómo otras personas lo hacen, nos permite vivir en un mundo distinto al nuestro y esto es algo que, al menos yo, valoro mucho. Puede que yo no haya pensado en esa historia en concreto, si bien a veces sí. Pero el anime no tiene complejos: experimenta a fondo sobre lo que quiere y, como es animación, vale casi cualquier cosa, por más poco sentido que tenga. Esto implica explorar a fondo el medio, lo cual nos brinda de historias para todos los gustos, es decir, de muchísimos mundos distintos.
El simbolismo claro.
Esto no lo cumplen todos los animes, pero en muchos, aunque la narración te cuente las cosas de manera indirecta y utilizando símbolos, entiendes perfectamente a qué hacen referencia. Esto en la vida real no suele ser tan sencillo en nuestra relación con las personas neurotípicas, así que, se agradece que, cuando sucede en la ficción japonesa, por lo menos tengamos la certeza de haber entendido, aunque sea aproximadamente, el significado de las cosas.
Las pistas de personalidad.
Aunque no ocurre en todos, en muchísimos animes se sigue un patrón en el que el color de pelo y la forma de los ojos es un indicador de personalidad del personaje. Por ejemplo: el rojo es un indicio de personalidad fuerte y agresiva; el pelo negro seguramente pertenezca a un personaje serio, antipático o con problemas de socialización; los ojos grandes indican inocencia o bondad, mientras que aquellos más pequeños pero rasgados suelen pertenecer a villanos o a personajes con no muy buenas intenciones. Esto podría verse, en los casos que se cumple, como una especie de estrategia contra la intriga y, por tanto, para muchas personas podría perder el interés. Pero no es así: suelen jugar bien con esos elementos, de modo que, cuando los patrones se cumplen, ni siquiera les prestas atención, incluso si te fijas en ellos y los distingues. Suelen hacerlo en historias en los que el hecho de que sepas cómo es cada personaje no es determinante para la misma, no es ningún spoiler. Es más: en muchas ocasiones en las que estos patrones se aplican, sencillamente es una marca de identidad del personaje al que la historia quiere que veas así. Y, de paso, a las personas autistas nos da cierta seguridad porque hay un patrón y los patrones nos gustan; a la vez, sabemos a qué atenernos.
Estoy convencida de que hay muchas más razones por las que el anime calza con la forma de ser autista y que por eso puede ser que nos gusten esas historias. Estas son las que se me han ocurrido a mí. Si quieres aportar tus razones, tienes la caja de comentarios o lo podemos debatir en Twitter. Por mi parte, decir que, si se me ocurren más motivos, los iré añadiendo.
En mi sesión de diagnóstico, la psicóloga señaló mi libreta de One Piece, y empezamos a hablar de ello, a lo que me dijo que "la mayoría de personas autistas que iban a por su diagnóstico allí, solían ser fans de One Piece",a lo que empecé a divagar sobre los motivos, y muchos se solapan con los que comentas sobre el anime en general.
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