SOBRE EL BLOG

La calle es un lugar donde ocurren muchas cosas. Para una persona autista significa poner un pie allí donde la realidad nos abofetea; un entorno en el que quedar expuesto y enfrentarse a las dificultades de la vida diaria con toda la pericia a nuestro alcance y, al mismo tiempo, aquel lugar donde nuestros talentos y habilidades llaman la atención e incomoda su admiración. Es la zona lejos del confort de nuestro caparazón de tortuga, aunque también lo carguemos caminando sobre el asfalto social.

Una calle también puede simbolizar todo aquello que es ser autista: bullicio, estímulos por todas partes, nerviosismo, velocidades distintas… A su vez, esto podría simbolizar también el interior de una persona autista, como una olla a presión. Vivimos la vida de manera distinta, así que percibimos la calle de manera diferente también.

Este blog se titula «La calle número 8» porque este número, además de ser mi favorito, es el símbolo numérico más cercano al del infinito, que a mí me gusta catalogar como un «ocho vago» para hacer la broma. La calle número 8 es la calle de la neurodiversidad.

Por todo esto, aunque sé que el nombre a priori suena extraño, en realidad notaréis que no lo es tanto y que algo de sentido tiene.

Este es un blog de expresión personal, escrito para acercar el autismo en la adultez a personas con sospechas de estar dentro del espectro o a personas neurotípicas con ganas de aprender. También puede ser un espacio de reflexión y autoconocimiento para compañero/as/es autistas e incluso para mí misma.

Os invito a leer mis entradas y a que dejéis algún comentario si os apetece: compartir vuestra perspectiva puede enriquecernos a todos y, si me dais vuestra opinión, me ayudáis a mejorar. Esta tendencia a comentar ha ido en declive en la última década y soy consciente. Por ello, si no comentáis, no os sintáis mal: me conformo con saber que me leéis. Para todo lo demás, podéis contar con mi Twitter.

Muchas gracias,

 

Marta.