A lo largo de mi vida estoy convencida de haber tenido varios stimmings que me ayudaban a regularme emocional y sensorialmente. Empecé a reparar en ello después de los veinte, cuando ya sospechaba que era autista, aun sin tener el diagnóstico. Entonces, identifiqué algunos balanceos y movimientos repetitivos que hacía y les pude dar un nombre y una razón. Pero hoy no quiero hablar de ellos. Hoy quiero hablar de cómo el diagnóstico en la adultez me ha hecho darme cuenta de que algunos stimmings eran una señal de que no estaba bien en mi niñez . Cuando tenía cinco años estuve un añito practicando taekwondo. Lo más memorable de aquella experiencia, tanto para mi familia, como para mi maestro, como, de rebote, para mí, fue que dejaba el cinturón hecho un desastre, porque me llevaba la punta a la boca y pasaba el rato mordisqueándolo. Yo recuerdo esa sensación de apretar en las encías que, en el fondo, no era demasiado agradable. La gente lo atribuía a un posible aburrimiento o a saber...
Este es el blog de una chica autista diagnosticada en la adultez. El autismo es pasarse el videojuego de la vida en Modo Difícil. Si quieres descubrir cómo se vive con autismo, adéntrate en las profundidades de este blog. Puedes escribirme si lo consideras necesario.