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Mostrando entradas de noviembre, 2022

Sentires autistas: Un año de mi diagnóstico

Hoy se cumple un año de mi diagnóstico de autismo. Quería aprovechar la fecha para reflexionar sobre lo acontecido a lo largo de todo este tiempo. Ya sabéis que yo sabía que era autista ya con veinte años. ¿En qué cambió mi vida recibir el diagnóstico oficial? Pues siempre pensé que no cambiaría mucho, pero nada más lejos. Para empezar, soy más permisiva conmigo misma. Si estoy a punto de sufrir una crisis o hay algo que no me hace sentir bien, lo puedo exteriorizar desde la calma, expresar cómo me siento y mis necesidades. Esto no sucedió de la noche a la mañana. En todos estos meses ha sido un largo proceso. También es cierto que no me pasa siempre, pero sí me doy más margen y me cuido más. Además de eso, también he ido tomando conciencia de algunas características autistas que no sabía que tenía, o que sí lo sabía, pero que no atribuía al autismo. Esto, sobre todo, fue gracias a escribir en este blog. Porque al pensar sobre cómo hablar de este o aquel tema, siempre he tratado...

El sentido de la justicia

Las personas autistas tenemos un alto sentido de la justicia. Si nos ponen una injusticia delante, lo más probable que ocurra es que saltemos a la contra, incluso si ello nos perjudica. Yo debo reconocer que con los años he aprendido a no ser tan impulsiva y a ser cauta. El problema en mi caso es que, quizás, ahora me he pasado al otro extremo. Si al principio saltaba a defender a quien hiciera falta, ahora siento que me arde la rabia por dentro, pero la contengo demasiado y guardo silencio. No sé en qué momento lo cambié, pero lo estoy intentando reconducir, porque el sentido autista de la justicia es muy útil, aunque te lluevan palos por todas partes. Eso y, porque cuando intentas reprimir tu impulso justiciero, después entras en bucle por lo que no hiciste. Lo que también es verdad es que, a veces, por más que intentes racionalizar y reprimir ese impulso, se hace imposible de contener. Y es que no lo podemos evitar y os puedo dar varios ejemplos de diferente naturaleza: El p...

Las discotecas

A menudo me preguntan si no puedo hacer el sacrificio de salir de fiesta alguna vez. Es cierto que el ambiente discotequero no me gusta, pero me canso de explicar cada dos por tres que no se trata únicamente de falta de apego a esta actividad: es que me sienta mal a la salud. Mi primera vez en una discoteca sucedió cuando tenía quince años. Era una de aquellas sin alcohol pero que estaban de moda en mis tiempos. En la entrada siempre había al menos dos chicos peleándose a puñetazo limpio. Eso ya hacía que me tensara porque mi sensibilidad autista no soporta los conflictos. En el interior del recinto estaba todo oscuro, salvo por algunas luces intermitentes y camisetas blancas que brillaban en aquella extraña oscuridad. Todo eso no me ayudaba a sentirme mejor. Fumar no estaba prohibido, así que algo del olor del humo del tabaco se te impregnaba en la ropa. La música estaba muy alta y me molestaba muchísimo en los oídos. Al principio lo fui sobrellevando, pero, cuando quise darme cuen...