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Mostrando entradas de marzo, 2022

Impulso empático hacia la soledad ajena

Lejos de lo que se ha creído hasta hace relativamente poco, muchas personas autistas tienen una capacidad empática enorme. Esto se puede manifestar de diferentes maneras según la edad que tengas. Esta situación os la expongo a continuación mediante un ejemplo concreto: Recuerdo que, de pequeña, una de las cosas que más me afectaban era ver a una persona sola. Sola, que no marginada, o no necesariamente. Yo me montaba la película de que se sentía mal por estar así, daba igual si había elegido esa soledad o no. Entonces, cualquier ápice de dificultad social que tuviera, desaparecía casi por instinto. O quizá la enmascaraba por un bien mayor. La primera vez que me pasó tenía cuatro años. Frente a mi casa había un parque y, en él, un abuelito sentado con sus muletas al lado. Me acerqué a él y le empecé a hablar, pensando que se estaría sintiendo mal por no tener a nadie a su lado. Me enteré de que su nombre era Pepito y que era vecino del barrio. Con Pepito hice muy buenas migas y se ...

Deseos de relacionarme

Que no soy ningún portento de la socialización lo sabemos todos. Pero que no se me dé especialmente bien relacionarme con los demás, no significa que no tenga el deseo de hacerlo. Cuando hablo de este tema siempre recuerdo a un señor mayor que escuché hablando una vez por televisión. Él decía que lo que más le gustaba era coleccionar personas. Que, si se llevaba bien con alguien, no entendía por qué tenía que despedirse. A él le gustaba seguir en contacto, aunque fuera poco; tener la posibilidad de reencontrarse con cada persona con quien él se sintiera a gusto. Yo lo escuchaba anonadada: por fin alguien entendía cómo me sentía. Pero, por lo que se podía intuir del reportaje, a él le iban mucho mejor las cosas que a mí en este sentido. Muchas personas autistas tenemos detrás todo un tema de gestión emocional: somos muy intensos en lo que a emociones y sentimientos se refiere. Si a esto le sumamos que, lamentablemente, estamos acostumbradas a que nos traten mal, cuando encontramos ...

Quedar en la capital

Vivo en una provincia a cierta distancia de la capital. En mi ciudad, hasta hace muy poco, no tenía a nadie a quien considerar amistad. Todas mis amistades están esparcidas por diferentes puntos de mi comunidad autónoma. Esto hace que en el noventa y nueve por ciento de los casos acabemos quedando en la capital. En esta entrada os quiero explicar cómo es un día de quedada para mí como autista. Lo habitual es quedar un sábado por la mañana para aprovechar bien el día. Yo siempre pido no quedar muy temprano: tengo problemas de insomnio y arrastro el cansancio de toda la semana para ir a pasar un día en el que tampoco voy a descansar. Como no suelo dormir mucho, tiendo a despertarme temprano, pero al menos no estoy pendiente del reloj. Me levanto, hago mis rutinas diarias y salgo de casa directa a la aventura. De mi casa a la estación de trenes hay media hora caminando. Media hora en la que estoy expuesta a la luz de sol, de ambulancias y coches patrulla, con los ojos doloridos por d...

Sí, soy docente y autista

La docencia es una profesión que requiere de mucho contacto social y emocional por el cuidado de personas a tu cargo, por la cantidad de personas con quienes te tienes que coordinar y por la implicación que debes tener incluso con las familias. Por esta razón, no son pocas personas, entre el profesorado que he tenido, las que intentaron en su día disuadirme y reconducir mi carrera hacia otro foco distinto. Sin embargo, os sorprendería saber la cantidad de educadores que hay en el espectro. Yo soy una de estas personas y hoy quiero contaros cómo es el mundo de la Educación desde el punto de vista profesional de una persona autista. Como siempre digo, voy a contar mi experiencia y es muy posible que para otras personas autistas que también sean docentes sea algo muy distinto. Llevo un tiempo siendo docente, aunque, en realidad, he trabajado menos de lo que parece. Aún se podría decir que estoy en mis inicios y estos no son fáciles para nadie. En este punto, todavía estoy cubriendo su...

Sentires autistas: Flavo y glauco

En el año 2015, cuando tenía veinticuatro, camino de veinticinco años, escribí algo que define muy bien mi manera de sentir el autismo en aquel entonces. Aún no tenía diagnóstico , pero, como ya he comentado anteriormente, sí que sabía que era autista: era un secreto a voces. A voces, pero no se podía decir de todos modos de una manera tan abierta como a mí me hubiera gustado. Este escrito lo redacté, probablemente, un día en el que me sentí mal a nivel social. No recuerdo qué pasó, pero es lo que deduzco de mis palabras. Muchas personas autistas queremos tener amigos y, si no los tenemos o sentimos que estamos perdiendo los que tenemos, nos invade una sensación horrible. Supongo que fruto de aquello nacieron estas palabras que hoy quiero compartir con vosotros: FLAVO Y GLAUCO Muchas son las veces que me he querido salir de este mundo tan confuso. Miro a mi alrededor y no puedo soportar la idea de ser la pieza perdida o rota del rompecabezas de la vida. No me entienden, ni yo l...

No soy tiquismiquis con la comida: soy autista

La mayoría de las personas en el espectro experimentamos un procesamiento sensorial distinto que nos hace ser hipersensibles o hiposensibles dependiendo del sentido. Cada uno tendrá su experiencia personal, pero yo voy a hablar de la mía. En esta ocasión, me quiero centrar en la hipersensibilidad táctil y en lo que me provoca a la hora de comer, porque siento que no se entiende lo suficiente. Para empezar, quisiera aclarar que yo considero que es hipersensibilidad táctil y no gustativa porque, lo que produce mi rechazo hacia determinados alimentos o platos, surge en el momento en el que la comida entra en contacto con la lengua y no tiene tanto que ver con el sabor: la temperatura es un factor que influye, pero sobre todo afecta la textura. A veces me he encontrado en la tesitura de meterme un alimento en la boca y que por sabor me guste, pero que por textura no lo pueda comer. Por ejemplo, en un viaje que hice a Sevilla a mis veintidós años, me dieron a probar la leche frita: el ...